¿Cuándo y por qué se inició JC?

Gabriel Cavallo:

Pablo fue mi abogado mientras yo estaba en la función pública. Como personaje de la función pública tuve un par de situaciones en las que pablo me asesoró, y luego fue mi abogado en cuestiones personales. Más allá de la relación profesional que teníamos siendo yo Juez y el abogado (a veces el litigaba en mi tribunal) teníamos una relación abogado-cliente. Para cuando yo empecé a pensar en la idea de irme del Poder Judicial, lo convoqué a Pablo para ver si quería que nos asociáramos y ahí nació la idea de invertir en el diario Critica de la Argentina. Para esa época ya trabajaba con Hernán Folgueiro que había sido mi secretario durante muchos años en la Justicia Federal, entonces un poco porque él había sido mi abogado y otro poco porque Hernán había sido empleado mío y conocía mucho a los dos, decidimos encarar esto, en el año 2007.Yo fui el último que se incorporó, y al principio durante el primer año tampoco me incorporé, estuve más como representante del estudio en el diario Crítica que trabajando en el estudio. Cuando tomamos la decisión de abrirnos del proyecto de Crítica ahí me incorporé definitivamente.

¿Cuál es el punto fuerte de JC Abogados, qué es lo característico de su trabajo y su visión del derecho?

Hernán Folgueiro:

Desplegamos un asesoramiento institucional, por lo general hacia personas jurídicas, se podría comparar con lo que hace un médico clínico: ver situaciones institucionales y ofrecer soluciones o perspectivas preventivas o de solución de conflictos, por lo general el acercamiento es por un caso en particular y después quedamos involucrados con la organización.

Pablo Jacoby:

Lo fuerte del estudio es que, además del asesoramiento estrictamente jurídico judicial, tenemos un cabal conocimiento de la agenda pública argentina, una perspectiva mediática, política, de conocimiento de los diversos agentes del poder judicial. Cuando me refiero a la perspectiva mediática no es porque nosotros ayudemos a salir en televisión al cliente, si no que sabemos qué aspectos de la repercusión mediática que puede llegar a tener un tema influiría más o menos de modo dirimente en la resolución del conflicto. En general los estudios o son extraordinariamente buenos en lo técnico o extraordinariamente efectivos en lo mediático y no tan buenos en lo técnico, casi te diría como signos opuestos, o muy combativos en lo judicial sin conocer el espíritu de los agentes judiciales que tienen que decidir. 

Cavallo:

En realidad el aspecto público, comunicacional, político, mediático realmente tiene trascendencia hace 10 años, y más profundamente en los últimos 5 o 7, entonces es una actividad relativamente nueva, que no tiene que ver con los abogados que se presentan en la televisión. Tiene que ver con el conocimiento de la agenda pública y los agentes que influyen en ella. Es una disciplina relativamente nueva, encontrada por nosotros por nuestra especialidad o nuestra formación. 
Nosotros tenemos una visión multifacética de la comunicación porque fuimos jueces, porque participamos de la fundación de un diario (Crítica), porque trabajamos para empresas periodísticas, porque conocemos a la industria profundamente, no solo al periodista y lo que puede o no decir: conocemos lo que la comunicación genera desde todo punto de vista, desde el punto de vista informativo, desde el punto de vista del derecho, desde el punto de vista comercial. Nosotros sabemos cuánto vale el papel, sabemos lo que cuesta las máquinas que imprimen, tenemos un conocimiento muy profundo de toda esa problemática. Que hoy es una problemática dirimente dentro de la política argentina.

¿Este manejo de la agenda pública fue siempre un distintivo de JC?

Cavallo:

El estudio siempre se dedicó más el derecho público que al privado, y dentro del derecho público al penal, la formación de los tres es de abogados penalistas, más allá que ahora tenemos una presencia más importante en la misma materia pero un sector más corporativo, una visión más corporativa del derecho penal que la que teníamos cuando empezamos, que era un estudio más tradicional. Hoy tenemos muchas empresas que son asociaciones civiles, universidades, sindicatos.

¿Cuál es la prioridad que tiene el estudio cuando toma un caso?

Jacoby:

Cuando nosotros tomamos un caso nuestra prioridad es resolverlo, esto que parece un obviedad no es siempre así en la práctica. Tendemos a que el juicio no este acá 10 años si no que se resuelva en un plazo razonable y por supuesto que todos queremos ganar, pero a veces se puede y a veces no se puede, pero este no es un estudio que haga de la dilatación su manera de trabajar, es un estudio que pone mucho énfasis en resolver las cuestiones que tiene participación. 

¿Cómo creen que la sociedad argentina ve al abogado?

Cavallo:

El abogado no es un profesional muy querido, en ninguna parte del mundo, no solo en Argentina. No es una profesión como la del médico, que la gente lo ve como una persona buena, noble, al abogado lo ve como un ave de rapiña. Es un concepto mundial. Como a los políticos, no hay políticos buenos en el mundo, a no ser excepciones como Mandela o Martin Luther King, son muy pocos los políticos que han pasado por la función pública y han quedado con una consideración buena. 
Al abogado se lo relaciona con la moral, a la poca moral, se piensa: “ah si es capaz de defender a un violador…”Eso es un error en el conocimiento del derecho a ser defendido. La gente desconoce el derecho a la defensa y no lo considera como tal, se está más del lado de la no defensa. Y entonces me parece que carga con eso el abogado, con la cosa de cómo sos capaz de defender a alguien que cometió tal o cual delito. 

Folgueiro:

También está asociado a una imagen oscura, pero eso se va revirtiendo. De hecho nosotros somos un estudio abierto, entrás a nuestras oficinas y el espacio es agradable, amplio, sin pilas de libros y carpetas que se te caen en la cabeza por ejemplo, nosotros trabajamos por revertir esa imagen desde nuestras acciones concretas, desde los resultados obtenidos. Es casi como un lema, trabajamos para solucionar el conflicto, no para prolongarlo o participar de él.