Columna de opinión. Por Pablo Jacoby.
El crimen en el country Martindale abrió el debate sobre el rol de los abogados en ese tipo de casos.
¿Qué responsabilidad profesional tuvieron los abogados que asesoraron al marido (autor del homicidio) y a su esposa (víctima del homicidio)? Debe tenerse especialmente en cuenta que con anterioridad al fatídico día, existieron denuncias por violencia doméstica y una restricción civil de acercamiento, que aparentemente se encontraba vigente y fue dejada sin efecto por pedido de las partes para poder celebrar la reunión. Estos antecedentes obligaban a los profesionales a actuar con la máxima cautela en un escenario en el que los cónyuges separados de cuerpo por orden judicial volvían a reunirse personalmente y en el que a los profesionales conocían los antecedentes de violencia.
Desde el punto de vista estrictamente profesional los abogados que asesoran a un matrimonio en vías de separación o divorcio legal deben tener la prudencia de intervenir como parapeto de las pasiones de las partes evitando que las mismas se enfrenten personalmente fuera del ámbito del Tribunal o de la mediación judicial o extrajudicial.
Es de esperar que en los casos de divorcios tumultuosos las reacciones sean impredecibles y por ello los abogados deben hablar entre sí siguiendo las instrucciones de sus clientes y transmitiéndoselas a los colegas que representen a la contraparte, evitando el contacto entre los miembros del matrimonio.
El nivel económico de la pareja o el grado de instrucción no son parámetros para descartar situaciones violentas entre las partes. Sostener lo contrario constituye un error de proporciones porque aunque los bienes que haya que dividir sean cuantiosos el conflicto personal subyacente puede provocar situaciones de violencia. Por las normas éticas, si el profesional no puede contener a su cliente o no es capaz de generar un ámbito propicio para el respeto de la contraparte debe renunciar al patrocinio.
Los abogados deben ser especialmente cuidadosos en el asesoramiento en casos de divorcios conflictivos, evitando el contacto personal entre los cónyuges e intermediando sin contagiarse de la pasión de las partes para llegar a una solución equitativa, civilizada y que sea sustentable en la etapa postdivorcio y en la relación con los hijos del matrimonio.